Nuestro gusto por los alimentos crujientes.

¿A quién no le gustan los alimentos crujientes?

Es muy extraño encontrar a alguien que le incomode sentir el crujido de un alimento estallando en su boca. Y la razón de que sea así, está, una vez más, en el fascinante mundo de la neurociencia.

Este fenómeno recibe el nombre de “música de la masticación” y es una sensación auditiva muy importante para el ser humano. ¿La razón? Muy sencilla, porque nos ofrece información sobre el estado de ese alimento. Pensemos, por ejemplo, en la experiencia de morder una manzana que está tan blanda como el algodón. Lo más probable es que sintamos repulsión y la echemos a la basura.

Cuando un alimento está crujiente, el cerebro lo interpreta como apetitoso y saludable. La manzana que no hace ningún sonido cuando la mordemos es muy probable que esté demasiado madura e incluso podrida. El dato es muy interesante, pero aún hay más explicaciones que nos sorprenderán aún más…

La Universidad Estatal de Ball realizó una investigación reveladora. Cuando las personas lidiamos con el estrés buscamos productos crujientes. También los dulces y los salados. El origen está en que son reconfortantes para el cerebro, impulsan la producción de serotonina y tienen un efecto calmante.

Es decir, no solo nuestros mecanismos neurológicos nos convencen de que todo lo que cruje en nuestra boca es -en apariencia- más saludable. Además, esa experiencia de tener en la boca una patata frita o una galleta salada resulta catártico, nos relaja y nos aporta una sensación de bienestar lo bastante intensa como para reducir el estrés.

Muchos alimentos (con grasa) le encantan al cerebro.

De algún modo, el cerebro asume que todo lo crujiente es saludable, está en buen estado y vale la pena consumirlo. Es cierto que la fruta y la verdura (entendidos como productos saludables) cuando están en su punto óptimo, estallan en nuestra boca de manera crujiente.

Sin embargo, hay alimentos poco saludables y con alto contenido en grasas que también nos generan esa irresistible “música de la masticación”. Esto se explica por un hecho, y es que el cerebro siente especial predilección por los alimentos ricos en grasas, sal y azúcares. Le gusta tanto que hasta nos gratifica con dopamina, endorfinas, serotonina…

 

FUENTE: La mente es maravillosa.

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