A pocos días de empezar el 2020 es sumamente importante recordar ciertas lecciones que la vida nos va enseñando poco a poco. En lo personal, nos gusta terminar el año poniendo nuevos límites para el que sigue, límites que te ayuden a crecer y a conocerte, a respetar tu propio tiempo para sanar y el de los demás.
Primero que todo, hay que saber que el proceso de sanar no necesita ser “rápido”, si sientes que tu proceso está siendo lento déjalo ser, a tu ritmo las cosas salen mejor, déjalo fluir tal cual, y recuerda que no será lineal, hay altas y bajas, pero que las bajas siempre te impulsen.
Segundo, es muy probable que en tu crecimiento vayas abriendo los ojos y te alejes de ciertas actividades, de ciertas personas o de ciertos lugares, y eso está más que bien. No tenemos la responsabilidad de quedarnos siempre en un lugar, muchas veces las flores necesitan cambiar de pote para poder crecer.
Tercero, cultivar el autocuidado no es fácil, pero sí que valdrá la pena. Planteamos la idea del autocuidado como algo fácil de aplicar, pero cuando empezamos a practicarlo nos damos cuenta de la complejidad que tiene. Se nos ha enseñado a que la necesidad del otro va primero y esta idea no está de todo mal, pero muchas veces nos necesitamos a nosotros mismos. No se nos enseña a identificar nuestras necesidades y a prestarnos la debida atención, por eso este año es importante que escuchemos nuestro cuerpo y nuestra mente y hacer el siguiente chequeo diario: ¿Qué estoy necesitando hoy?
Cuarto, la vida puede ser dura, pero también puede ser maravillosa. Los momentos malos no duran para siempre. Una vez escuché a alguien hablar sobre el crecimiento de las guanábanas, decía que para que eso ocurriera era sumamente necesario inducirle estrés. ¿Saben qué les causa estrés? Los cambios. Los cambios de clima, pasar de la época soleada a la lluviosa, y viceversa. Solo mediante el estrés que les produce el cambio logran crecer. Es igual para nosotros, el cambio nos provoca angustia, pero esa angustia nos hace florecer, saca lo que no sabíamos que teníamos y nos hace demostrar quiénes somos en realidad.
Quinto, buscar ayuda no te hace débil, te hace mucho más fuerte. La fuerza siempre está en la unión, en la comunicación, apoyo y empatía con el otro. Pedir ayuda nos permite sanar de una mejor manera, identificar la necesidad y compartir el peso de nuestra carga.
Fuente: Mujer