Lo primero es revisar que no existan bolitas. Tan pequeñas como un frijol, a veces éstas pueden ser simplemente grasa, pero si las encuentras, avísale a tu médico para descartar que sean malignas.
El tamaño de tus mamas. Siempre que te hagas el autoexamen, párate frente a un espejo y coloca tus manos en la cintura, observa si un seno es más grande que el otro. Si es la primera vez que lo notas, también debes notificarle a tu médico.
La forma del pezón debe revisarse, ese puede ser un primer signo de cáncer de mama. Muchas veces el pezón se invierte o se aplana de repente, eso no es normal. Tampoco es usual que haya cambios de coloración, no solo en el pezón sino en otras partes de la mama.
La presencia de sarpullido o el tener la llamada piel de naranja son otras señales a las que debes prestar atención.
Si notas algún tipo de secreción, ya sea blanquecina o sanguinolenta, debes acudir de inmediato al médico. Quizá se trate de una simple infección, pero será el médico quién podrá aclarar tus dudas.
Vigila tus axilas. La mayoría de las mujeres sólo exploran sus mamas, pero debes ir más allá. La presencia de bolitas en las axilas ha permitido a muchos médicos detectar un cáncer de mama, en etapas tempranas.