Cada vez que el bebé reciba atención e interacción con la figura de apego, su cerebro registrará una emoción y esta emoción mandará información a los diferentes sistemas de funcionamiento del bebé, ya sea el habla, el motor y, por supuesto, las habilidades sociales con las que antes se creía que nacíamos y ahora sabemos, gracias las neurociencias, que dichas habilidades se aprenden.
Será a partir de la comunicación con su mamá y la verbalización, que cada bebé aprenda primero a comunicarse mediante gestos, sonrisas, miradas, movimientos corporales y después, que aprenda a hablar.
Es importante decir que las necesidades emocionales de los bebés, niñas y niños están en el mismo nivel de importancia que las necesidades fisiológicas como comer, dormir, hacer del baño, entre otras.
Esta información que nos arroja la neurociencia respalda lo que se viene diciendo desde hace ya varios hechos en relación a que dejar a los bebés, niños y niñas pequeñas llorar hasta quedarse dormidos no sólo no es bueno, sino que es altamente dañino, ya que el proceso bioquímico que desarrolla el cuerpo generando cortisol, la hormona del estrés afecta el crecimiento de la corteza prefrontal del cerebro, que es la encargada de operar el aprendizaje, el habla, en fin, la capacidad de procesar toda la información que recibimos.