Las empresas de telefonía ya han empezado a ofrecer los primeros servicios de 5G en algunas de las principales ciudades españolas. La puesta en marcha de esta quinta generación de conectividad nos ayudará a entrar de lleno en la era del Internet de las Cosas, de las ciudades inteligentes e, incluso, de la conducción autónoma. Pero, empecemos por el principio. Cuando hablamos de 5G nos referimos a la quinta generación, sucesora de la tecnología 4G, de tecnologías de telefonía móvil, que permite navegar a una velocidad de hasta 1.2 gigabits por segundo gracias a su baja latencia –es decir, el tiempo que pasa entre que envías una petición hasta que recibes el primer bit de respuesta–, lo que permite multiplicar el número de objetos conectados a la red. Todas estas posibilidades que ofrece serán las que ayudarán a desarrollar las denominadas Smart Cities (ciudades inteligentes) en el ámbito de la movilidad.
Más conexión que nunca
Con la introducción de la tecnología 5G en las ciudades inteligentes, nuestros coches, que hasta ahora tan solo ofrecían la información que el conductor podía ver, recibirán datos del entorno antes de que los veamos. Los vehículos, comunicados entre ellos y con las infraestructuras, serán capaces de detectar peatones, ciclistas y otros obstáculos con antelación, cosa que reduciría el número de accidentes de tráfico y mejoraría la seguridad vial.
En este ámbito, ya hay compañías que están dando los primeros pasos en esta dirección, probando la viabilidad de este tipo de tecnologías 5G. Estos proyectos, que ya se realizan con tráfico y coches reales, quieren poner a prueba tanto la comunicación entre vehículos e infraestructura como la intervehicular. Su objetivo principal es comprobar si la red 5G está preparada para resolver los posibles problemas con los que se pueda encontrar un vehículo durante su día a día. Solo entonces podremos disfrutar de servicios inteligentes como la detección de obstáculos en carretera, la detección de peatones en cruces con semáforos, el aviso de ciclista en las proximidades, o el aviso a peatones de la llegada de un coche.
Todo ventajas, ¿o no?
Como consecuencia, la llegada del 5G traerá ventajas como la disminución de problemas de atascos o la caída de la accidentalidad. Sin embargo, también conllevaría alguna que otra desventaja como, por ejemplo, la privacidad del usuario, que podría ponerse en peligro. La comunicación del vehículo con otros dispositivos dejará un registro, por lo que tendríamos que ver cómo se desarrolla la legislación para protegernos en estos casos, evitando que nuestros datos queden expuestos ante terceros.
Pese a todo, esperamos encontrar soluciones que respondan a estos peligros a los que se enfrenta esta tecnología, puesto que el 5G tiene muchas opciones de convertirse en uno de los elementos más importantes en relación con la seguridad de los usuarios de la vía. No obstante, aún queda un largo camino por recorrer en este sentido, ya que cualquier incidente de tráfico en el que se vea involucrado un coche conectado sigue generando un gran revuelo de opiniones. Además, la infraestructura pública y la de telecomunicaciones necesitan seguir evolucionando en este sentido, ya que en caso contrario no servirá de nada que los vehículos cuenten con este tipo de tecnología.